13 may 2010

El Día de los Trífidos - John Wyndham

Bueno, los de Minotauro deben de estar bastante contentos conmigo, porque me estoy dando cuenta de que últimamente no hago más que leer clásicos de ciencia ficción publicados por esta editorial. Y digo yo, ¿para qué perder el tiempo en los últimos lanzamientos teniendo pendientes tantos clásicos por leer? Si además la colección está cuidada primorosamente, ¿qué sentido tiene resistirse? Admito que quizás debería tocar otros palos, que no sólo me gusta la scifi, pero me he dado cuenta de que rara vez me defrauda este género, de ahí que en las últimas semanas me estoy interesando menos por otras temáticas. Prometo hacer el esfuerzo consciente de darme un respiro en el próximo libro.

Una vez hecha esta introducción, mitad disculpa, mitad justificación, vayamos al grano. Voy a tener muy complicado cambiar de género si sigo leyendo libros tan buenos y absorbentes como El Día de los Trífidos. Como ya me pasó con Más que humano, nada más empezar a leer este novelón empezaron sugir referencias cinematográficas en mi cabeza, porque su influencia en 28 días después o A ciegas (Blindness) es evidente, demasiado evidente diría yo. La trama se desarrolla en un mundo postapocalíptico en el cual prácticamente toda la totalidad de la población se ha quedado ciega tras contemplar la estela de un cometa al atravesar la atmósfera terrestre, o al menos eso nos cuentan al principio. Sólo unos pocos se han salvado, áquellos que por distintos motivos no pudieron contemplar el espectáculo nocturno. Para complicar el escenario, existe además una agresiva especie vegetal de origen impreciso que es capaz de desplazarse con algo de agilidad, al estar dotada de tres raíces móviles que actúan como patas: los trífidos. Se aventuran posibles procedencias de esta repulsiva planta pero no se llega a aclarar del todo, ¿quizás una semilla caída del espacio y sometida a manipulación genética? Tampoco queda claro si está dotada de cierto nivel de inteligencia, y aunque parece bastante evidente por su comportamiento, los supervivientes no llegan a aceptarlo del todo. De lo que no cabe duda es que este extraño espécimen de verdura aprovecha la nueva coyuntura para dejar de ser una especie explotada industrialmente y convertirse en el mayor depredador de humanos conocido hasta el momento.

Ése es el planteamiento básico de la historia. Me ha gustado mucho, muchísimo, principalmente porque aunque data de principios de los 1950s, los temas sobre los que reflexiona el autor siguen siendo terriblemente actuales. Nos plantea la falta de transparencia de los gobiernos con sus ciudadanos, ya que el mundo antes del cataclismo estaba rodeado de misteriosos satélites "defensivos" que pueden haber sido los verdaderos desencadenantes del desastre. Nos plantea la necesidad de pensar diferente ante situaciones nuevas, reflejando el eterno conflicto entre los continuistas, que pretenden mantener una forma de vida restrictiva anclada en unos preceptos morales carentes de sentido en el nuevo contexto, y los transgresores, que entienden que hay que cambiar el chip. Aquí tiene un punto entre anarquista y comunista muy emotivo que refleja los componentes utópicos de dichos movimientos. También nos plantea los problemas de la manipulación genética y los avances científicos exentos de consideraciones éticas, ¿de qué sino podrían ser metáfora los trífidos? Y nos muestra, cómo no, las vilezas y las grandezas del ser humano.

En resumen, un libro entretenidísimo.

Otros comentarios sobre esta obra en Fantasymundo, Bibliópolis y cómo no, en los multicomentarios de Ciencia Ficción [punto] com. En éste último enlace nos remiten además a las reseñas de Imperio Futura, El archivo de Brint y al Blog de Jack Moreno. Por cierto, sale muy bien parada en todos ellos.

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