26 may 2016

El cuerpo de Jonah Boyd - David Leavitt

Denny Denham es una veinteañera que en la segunda mitad de los 1960s empieza a trabajar como secretaria de Ernest Wright, terapeuta y director del departamento psicología en la Universidad (ficticia) de Wellspring, California. Soltera y sin familia, entabla relación con los Wright tocando el piano a 4 manos con la esposa de su jefe, Nancy. Con el tiempo se convierte prácticamente en una más del hogar de los Wright (al margen de que mantiene una prolongada aventura con su jefe), y en el día de Acción de Gracias de 1969 asiste como invitada a la cena que ellos organizan, donde conocerá por fin a Anne, anterior amiga íntima de Nancy, y su nuevo y reciente marido Jonah Boyd, un escritor con un par de novelas publicadas con las que ha alcanzado un reconocimiento moderado y que está preparando el que, según él, será el libro que le catapultará a la fama mundial. Para su desgracia, durante los días que pasan en Wellspring como invitados de los Wright, Jonah pierde los cuadernos donde tenía la nueva novela completa a falta de los dos capítulos finales. Su mala cabeza le había jugado ya malas pasadas en este sentido, pero siempre había logrado recuperarlos. Sin embargo en esta ocasión los Boyd se tienen que marchan para cumplir con sus compromisos y los cuadernos no han aparecido. Y evidentemente, no hay copia alguna de lo que llevaba escrito. Sin que sean del todo conscientes de ello, este incidente va a condicionar la vida no solo de los directamente afectados (que en un par de años tendrá un giro dramático), sino tambien de Denny y de los Wright, especialmente de Ben, el hijo menor, aspirante a poeta y escritor.

El cuerpo de Jonah Boyd es una novela ligera y entretenida que rompe un poco con el recuerdo que tenía de la obra de David Leavitt. Al margen de su aburridísima biografía de Alan Turing, anteriormente me había topado con deprimentísimas novelas y relatos cortos sobre homosexualidad atormentada, SIDA o familias enfermizas. Comparado con aquellos libros, el que me ocupa hoy es más trivial y afortunadamente mucho más fácil de digerir. Con una trama bien planteada y ejecutada, un lenguaje sencillo y totalmente accesible, Denny nos va contando en primera persona todo lo que sucede durante su vida y la de los Wright a lo largo de treinta y tantos años. Los capítulos van cayendo a un ritmo endiablado uno tras de otro y ni que decir tiene, aspectos como la creación literaria y la literatura en general tienen bastante peso en la trama. De hecho el final combina por un lado una sorpresa inesperada (muy difícil de creer según lo que llevábamos leído, todo hay que decirlo), con un guiño metaliterario que me ha encantado y que viene a certificar que estamos ante un autor capaz de concebir ideas muy originales. Pero bueno, tampoco es que os estéis perdiendo ningún clasico imprescindible de la literatura contemporánea. De esos hay más bien pocos. De entre las reseñas que he podido encontrar en Internet, me quedo y os recomiendo la del site chileno Letras.s5.

22 may 2016

Milagro de la rosa - Jean Genet

Milagro de la rosa es una peculiar novela autobiográfica en la cual Jean Genet vuelca sus experiencias durante sus largos internamientos en diferentes centros penitenciarios franceses. Si bien el libro comienza con su supuesta entrada en la cárcel de Fontevrault siendo adulto, el texto incorpora también los días que pasó en el correccional de menores de Mettray. Con su estilo habitual, Genet enreda al lector en un relato no lineal de tintes oníricos en el que maleantes de todo perfil establecen relaciones sexuales y afectivas. La mayoría de las veces la hábil y fantasiosa pluma del escritor francés nos presenta una versión muy edulcorada de estos vínculos entre reclusos, pero como a Genet le gusta retorcer las convenciones morales, no duda en aclararnos a continuación que se trata de un simple acto de dominación del más fuerte combinado con la admiración del débil al poderoso. En una de sus ya habituales subversiones de la escala de valores que rigen la vida en sociedad, veremos como el abuso, el sometimiento o la humillación se ven encumbrados a la cima de su particular moral, que a pesar de fundamentarse en la brutalidad, mantiene sin embargo a la amistad, la camaradería y la ternura como características identitarias de la misma.

Página trás página, el escritor relata sus turbias e intensas relaciones con otros delicuentes con quien comparte reclusión, algunos de los cuales ya eran conocidos suyos del reformatorio y han compartido su mismo triste sino: Botchako, Bulkaen, Divers, Vilerroy, Rocky, etc. Unos y otros formarán parte de las jerarquías internas que se crean en las cárceles y que determinan la función y el papel de cada uno de sus integrantes. Los bravos son el grupo dominante, los delicuentes más peligrosos. Los bardajas son internos más jóvenes y atractivos que se ven obligados a desmpeñar el papel de compañeros sexuales de los anteriores. Lilas y arrugas son los marginados entre los presos: afeminados, débiles y/o viejos, deben sufrir los insultos, humillaciones y vejaciones según el capricho de los bravos. Habría que hacer mención especial al misterioso Harcamone: condenado por asesinar a una niña de 11 años siendo un adolescente de 16, tiene aún tiempo para degollar a uno de los guardias más amables de la prisión antes de ser ejecutado en la guillotina. Como no podía ser de otra forma, Genet encumbra en su olimpo particular a este criminal, a quien atribuye todas las cualidades que le atraen: belleza, atractivo y masculinidad por un lado; crueldad, frialdad, delicadeza por otro.

Para huir de la angustia de su encierro, Genet usa dos recursos de manera constante a lo largo de toda la narración. El más frecuente pasa por evocar sus vivencias adolescentes en Mettray. En ellas no es extraño tropezarse con la agonía e incluso la muerte de los chavales debido bien a las duras condiciones impuestas o por intervención directa de los pequeños criminales. Enfermedad, venganza, privaciones o accidentes sesgan la vida de quienes fueron sus compañeros, por cuya desgracia son inmediatamente ascendidos a las posiciones más altas de su personalísimo santoral canalla. La virtud y el sufrimiento del débil se manifiestan tan dignos de adoración como la vileza y el goce sensual del fuerte, en un cuadro costumbrista de obvias influencias sadomasoquistas. El segundo método empleado para evadirse del horror de la prisión pasa por inventar situaciones imaginarias, la cuales, como si de ensoñaciones se tratara, le permiten crear un mundo con los mismos padecimientos de la prisión pero elegidos voluntariamente. Así de cuando en cuando le vemos tomar parte en una travesía en un galeón, o bien resulta un narrador tan poco fiable que la misma historia del homicida Harcamone tiene tantas contradicciones y lagunas que nos hace sospechar que efectivamente, no es más que un mecanismo de evasión psicológica.

La repetición de temas, la falta de cohesión y linealidad, así como los constantes cambios de contexto y las idas y venidas de Mettray a Fontevrault y viceversa han conseguido que la lectura se me haga bastante pesada. Genet tiene la habilidad de hacernos conectar con su moral retorcida, en la cual no resulta difícil encontrar la coherencia considerando las terribles condiciones en las que vivió toda su vida. Sin embargo es necesario pararse a reflexionar y ser conscientes de que el afecto y la ternura de que los delincuentes hacen gala se complementan con una crueldad y abyección que les hará mutilar, torturar o asesinar sin la menor vacilación y por cualquier nimiedad a destiempo. Aun cuando el texto también incluye aspectos  históricos de interés (el funcionamiento de las prisiones por un lado, pinceladas de la II Guerra Mundial por otro), la sensación final que me queda es la de agotamiento. Con la mitad de páginas, Genet habría dicho exactamente lo mismo; otra cosa es que la novela fuese una terapia personal para soportar la privación de libertad, por lo cual se entiende perfectamente su extensión. Tenéis más reseñas en Escrito para..., 1001 libros y Varadero. Días tranquilos en Clichy.

19 may 2016

Los papeles de Aspern - Henry James

Un crítico e historiador literario especialista en el difunto poeta Jeffrey Aspern se entera a través de otro erudito de que es muy probable que una antigua amante del escritor, Juliana Bordereau, ya anciana, cuente con una extensa colección de cartas, objetos y documentos del artista. Así pues, nuestro intrépido protagonista se traslada a Venecia, que es donde la vieja musa/amante vive en semirreclusión voluntaria con su sobrina Tita, con la artera intención de engatusarlas y conseguir acceso a dichos papeles, que espera puedan arrojar algo de luz sobre la vida privada del laureado poeta. Su plan pasa por instalarse como huésped realquilado en el palazzo donde residen las dos mujeres, y una vez dentro ganar su confianza usando todos los medios a su alcance dentro de la legalidad, aunque moralmente puedan ser reprobables.

Los papeles de Aspern es una novela corta de factura muy clásica: presentación muy explicativa y descriptiva, nudo con  conflictos y dificultades, desenlace que incluye sorpresa. Narrada en primera persona por el crítico protagonista, cuyo nombre no llega a trascender, tiene un regusto más bien vetusto, con todos esos principios y esas costumbres tan decimonónicas que a una mentalidad contemporánea le cuesta creer. Pero bueno, eso le da también un toque entrañable, a cuando las cosas no eran tan tecnológicas, tan hipercomunicadas, corporativas, aldea global, era de la información, Internet de las cosas y zarandajas similiares.

Entretenida, ligera y sin una palabra de más, el objetivo es cuestionarnos los límites que ponemos para conseguir lo que deseamos. Tiene un final un poco abrupto, pero a pesar de todas las bajezas que el protagonista se llega a plantear para conseguir el material del poeta (bajezas según la óptica de la segunda mitad del S. XIX, claro), hay que admitir que el cierre se rubrica con un gesto de absoluta dignidad. Tenéis más reseñas en Un libro al día, Solo de libros y Papel en blanco, aunque hay muchas más, de hecho parece que toda la blogosfera ha leído y comentado este libro.

13 may 2016

El marino que perdió la gracia del mar - Yukio Mishima

Noburu es un crío de 13 años huérfano de padre desde hace 5 años o así. Vive muy desahogadamente con su madre Fusako Kuroda en Yokohama, donde ella regenta una tienda de artículos de lujo. A Noburu le fascina el mar y la vida en alta mar, solo allí se pueden vivir los valores con que él cree que la vida es digna de ser vivida (intensidad, peligro, pureza, aventura, etc.). Gracias a los contactos de Fusako, un dia madre e hijo van a visitar un enorme buque de carga, el Rakuyo, donde ante la ausencia del capitán actúa como guía de la visita el segundo oficial, Ryuji Tsukazaki. El flechazo entre el marino y Fusako es inmediato, implacable, incontrolable. Ella le invita a cenar como agradecimiento a sus atenciones y terminan pasando la noche en casa de ella. Los dos siguientes días, antes de que Ryuji vuelva a partir, son inseparables y su amor parece haber sido sellado. Sin embargo la perspectiva de una vida alejado de los océanos crea cierto conflicto en el marino. Curiosamente, al igual que Noburu, él eligió esa forma de vida tan sacrificada y solitaria porque desde pequeño consideró que habría de alcanzar un destino fantástico, singular, inaccesible al común de los mortales, y que dicho destino solo podría lograrse en el mar, que él considera el único lugar donde las condiciones necesarias para un acontecimiento tan asombroso podrían encontrarse. Sin embargo ya pasa de los 30, ese destino maravilloso le esquiva y está bastante cansado de llevar una vida tan dura; comenzar una vida en tierra al lado de una mujer guapa, atractiva y de modales exquisitos no resulta en absoluto mal plan para los años que le quedan. Además está Noburu, un chaval que parece compartir muchos de sus valores y aficiones marineras, pero a quien sin saberlo, al renunciar al mar por su madre, va a traicionar en lo más profundo de sus convicciones. Y una deslealtad de tales proporciones tendrá unas consecuencias que Ryuji es totalmente incapaz de imaginar.

Hace más de 20 años leí El marino que perdió la gracia del mar en la que fue mi toma de contacto con la obra de Yukio Mishima. Al terminarlo me había convertido en un admirador convencido del autor japonés, y a juzgar por el conteo de su etiqueta en la zona de autores del blog (eso sin tener en cuenta lo que me he leído antes de tener blog) es fácil comprobar que mi entusiasmo por él no ha decaído. Tengo que admitir que conforme empezaba a releerlo, más de dos décadas después de aquella conversión casi mística, no recordaba absolutamente  nada de la trama. En los primeros capítulos el trasfondo romático incluso llegó a confundirme, no entendía cómo algo así había logrado provocar un efecto tan visceral en mí. Sin embargo enseguida se empieza a plantear lo que para Noburu va a significar el hecho de que este magnífico especimen humano a quien idolatra deserte del mar y renuncie a los únicos valores merecen la pena bajo su punto de vista. Mishima empieza a darnos pistas del caríz que va a tomar la narración cuando nos presenta a su pandilla de amigos. Todos ellos son excelentes estudiantes, pero muestran un rechazo frontal a la sociedad y los valores sobre los que se funda. Según sus planteamientos, familia, trabajo o educación no tienen otro objetivo que anular la individualidad, imposibilitar las multiples aptitudes que puede desplegar el ser humano. A su extremada inteligencia se une una peligrosa falta de empatía. Muy pronto conoceremos las acciones que son capaces de llevar a cabo para alcanzar una libertad malentendida y demostrar una virilidad cruel y sinsentido.

Puede que esta novela sea una de las más redondas de este escritor japonés. Sin duda a nivel argumental está perfectamente planeada. Respecto a su estilo, es tan depurado y exquisito como siempre, mucho menos lírico que otras ocasiones pero igual de elegante y evocador en sus descripciones. Sin hacer demasiado esfuerzo podemos comprobar que las temáticas que trata son poco más o menos las habituales: la escasa pervivencia de los valores tradicionales en un Japón en progresiva occidentalización, su concepción de la virilidad, el compromiso con un ideal y la autenticidad de vivir conforme a él, choque de la tradición con la  modernidad. Sin embargo, el giro perverso y enfermizo que toma la trama le otorga unas características totalmente fuera de lo corriente, volviéndola extraordinaria por derecho propio. No me extraña que hace veintipico años me quedase boquiabierto al leer esta novela, porque lo cierto es que me ha vuelto a pasar. Solo una verdadera obra maestra es capaz de suscitar las mismas (e intensas) emociones aun cuando afrontamos su lectura en momentos vitales tan diferentes. Muy fan de este escritor, mucho. Tenéis más reseñas en Letras en tinta, Mi estantería y Un libro al día.

9 may 2016

El fin de Selb - Bernhard Schlink

Gerhard Selb es un detective privado muy entrado en años (en esta novela ya sobrepasa los 70 de largo) quien se dió a conocer a finales de los 1980s con la novela La justicia de Selb, escrita a cuatro manos por Bernhard Schlink y Walter Popp. Pudiendo haber empezado por el inicio de la trilogía, que compré junto con El fin de Selb aprovechando que Amazon festejaba el mes del libro en abril con un montón de ofertas -en concreto estos dos costaban poco más de 10€-, me decidí por la que cierra la saga símplemente porque abultaba menos. El error que supone hacer algo así es que hay aspectos de la vida del investigador que muy probablemente se habrán explicado en anteriores entregas, pero que claro, al empezar la casa por el tejado como he hecho yo, pues no los conozco y no me ha quedado más remedio que medio intuir. Por ejemplo está más o menos claro que fue ferviente seguidor del nacional socialismo en sus años mozos, también que tuvo diferencias importantes con su cuñado, pero bueno, al margen de un par de menciones a hechos pasados que me eran desconocidos, la novela se sostiene por sí sola y tiene sentido en un 95% independientemente del resto de la serie.

La trama a que asistimos mezcla un poco de todo de la historia reciente de Alemania: desde el Tercer Reich hasta la reunificación tras la caída del muro. Bertram Welker, director de la banca privada Weller & Welker, contrata a Selb para que le ayude a descubrir quién fue un socio secreto que a finales del S.XIX ayudó a mantener la entidad a flote durante aquellos tiempos tan revueltos en lo económico y en todo lo demás. La supuesta intención es rastrear sus posibles herederos y hacer frente a las demandas que podrían hacer a Weller & Welker exigiendo la parte del pastel que les corresponde, intereses incluídos. Pero claro, esto es novela negra, las intenciones manifiestas no tienen nada que ver con las intenciones verdaderas. Así que tras descubrir una trama de blanqueo de dinero para la mafia rusa, la cosa empieza a complicarse y queda patente que nadie es quien dice ser y que la historia del socio secreto, aún siendo cierta, es una cortina de humo para ocultar los verdaderos planes de Bertram Welker.

La novela es muy ligera y se construye a base de capítulos muy cortos en formato best-seller, algo que por lo que parece Schlink maneja a la perfección, visto el éxito que tuvo con El lector. Las revelaciones que van guiando la acción se dejan caer en los momentos adecuados para mantener el interés del lector, con un ritmo incansable. Quizás lo más original sea precisamente que el protagonista es un señor ya muy mayor y con una salud bastante precaria (sufre dos infartos ligeros a lo largo de la acción), junto con el elenco de secundarios amigos suyos, también lógicamente entrados en años. A decir verdad se hace difícil de creer que esta camarilla tenga tanto aguante y que este grupo de jubilados, que debería estar en Mallorca o Malta tostandose al sol, se embarque en aventuras de este calibre con la terrible mafia rusa sin que la tensión arterial les suba de 9/14. Por ejemplo durante una corta estancia en Berlín, el protagonista tiene un encontronazo con neonazis primero y con antifascistas después, y en ambos casos termina en el fondo del Landwehrkanal a la altura de la Hallesches Tor. En fin, no sé, yo entre el pánico que me supondría vivir una situación así, el zambombazo de la caída desde la estación de metro al canal, el frío de Berlín y todo lo demás no creo que pudiera apañarme con 2 aspirinas y 8 horas de sueño, pero bueno, también es verdad que siempre he sido un poco pupas. Es evidente que Herr Selb es como un viejo roble, recio y resistente, y que unos niñatos no van a poder con él. Resumiendo, un entretenimiento  insustancial que se lee casi sin darte cuenta. No he conseguido encontrar reseñas de esta novela en la blogosfera, así que la sección final de otras opiniones queda en esta ocasión desierta.

5 may 2016

Hormigón - Thomas Bernhard

Rudolf, 48 años, escritor, enfermo de sarcoidosis pulmonar y a todas luces alter ego de Thomas Bernhard, padece un bloqueo de escritor y no consigue ni siquiera empezar su ambiciosa obra sobre Felix Mendelssohn. Ha pasado los 10 últimos años de su vida recopilando información sobre él, pero aún no ha escrito ni una palabra. Durante ese tiempo ha escrito sobre (Arnold) Schönberg, (Max) Reger y Nietzsche solo por no enfrentarse al hecho de que no es capaz de comenzar su libro del compositor romántico. Refugiado en un caserón familiar en el desapacible invierno del campo austriaco, ha pasado las últimas semanas aguantando las burlas y sutiles desprecios de su hermana mayor, único pariente con vida que le queda y con quien le une una relación de amor-odio desde que eran pequeños. No pueden ser más diferentes, ella triunfadora en el mundo de los negocios inmobiliarios, excelentemente relacionada con las clases más pudientes; él un fracasado, solitario e introvertido escritor dedicado a las actividades intelectuales gracias a que procede de una familia acomodada. Su hermana le sugiere que haga un viaje para desbloquearse, despejarse, huir del frío. Entre otros destinos menciona Palma de Mallorca, que a Rudolf le parece el mejor lugar de todo el Mediterráneo y donde su temperatura incluso en enero le vendrá de perlas a su enfermedad. Así que hace las maletas, una grande con toda la documentación sobre Mendelssohn, otra más pequeña con la ropa y se marcha a la ciudad balear.

Vuelta a mi autor austriaco preferido tras unos meses de ausencia. Hormigón es una novela corta que yo clasificaría entre las más accesibles de su obra. Obsesivo e insistente, vuelve a tocar los temas que le son habituales. Se muestra por un lado misántropo y solitario, insiste en poner de manifiesto su desprecio a Austria, a su sociedad, a sus políticos, a la iglesia católica que todo lo controla. Pero por otro lado se nos presenta como un individuo perseverante que a pesar de sus aparentes actitudes asociales y rarezas como ser humano (que por cierto a mí me parecen que deberían ser los atributos normales de cualquier hijo de vecino, visto el grado de podredumbre que nos rodea a todos los niveles), se resiste a perder del todo la esperanza en sus congéneres. Así pues, reconoce que su hermana no es tampoco la mala influencia que se ha empeñado en vendernos, se muestra encantado con poder pasar una temporada en Palma, no desiste en su empeño de escribir su gran obra. Se repite tanto y se contradice tanto, pero lo hace con tanto desparpajo y con tanto arte, zarandeando al lector de un lado a otro, que incluso me ha hecho reír por momentos.

Resumiendo, me ha encantado. ¿Pero cuándo me ha dejado de gustar nada de lo que escribe Bernhard? Aun en los casos en los que te deja devastado, me parece un escritor extraordinario, tanto en forma como en fondo. Más reseñas en Solo de libros, muy convencional y ligerita, un poco como esta misma; El hundimiento de Kovalski, extensísima, completísima, trata en profundidad todos los aspectos de la novela; y El lamento de Portnoy, muy original y con un sorprendente enfoque a la hora de analizar este libro, que por otro lado es lo habitual en ese blog.
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