10 jun 2017

Seda salvaje - Eloy Tizón

Seoane Suelves tiene 34 años y trabaja en la compañia de seguros Arcadia. Se va a casar en pocas semanas con Fátima, su novia desde hace 8 años. Seoane es bastante neurótico y pasa el tiempo curioseando los objetos personales de sus compañeros de trabajo, en base a los cuales imagina sus vidas. Sus manías se descontrolan y un día decide contratar a un detective privado para que investigue a su prometida. Para su sorpresa, o quizás no tanto, su pareja lleva una vida secreta que no por inocente deja de desconcertarle en tanto en cuanto le margina, le excluye. A partir del momento en que él conoce la verdad, la relación empezará a teñirse de emociones contradictorias.

Termino de leer Seda salvaje de Eloy Tizón y no consigo decidir si es un insulto o una estafa. Algo de ambas hay. En favor de lo primero está la total ausencia de alma de la historia relatada. Nunca hubiera pensado que llegaría a decir algo así sobre un libro. Un relato sin alma. Sin trama. Sustentado por lo mismo que las obsesiones del protagonista: por nada. Tremendo. Queriendo ser magnánimo (debido a la perversa educación católica de la que malamente podré librarme nunca), quizás se podría entrever cierta intención de relato kafkiano a lo que en realidad resulta poco más que un despropósito escrito con un registro afectada y empalagosamente elevado. Algo totalmente innecesario pero que va estupendamente para lograr un intenso goce masturbatorio. Que no digo yo que esté mal, ¡líbreme dios! Sin duda resultá reconfortante e incluso terapéutico para quien lo escribe y algún que otro connosieur de los placeres solitarios que comparta ese fetichismo tan minoritario. A mí como lector sólo me ha provocado una total inhibición del deseo, una anhedonia inesperada. "Sé que no volveré a ser joven después de haber escrito esta historia.", nos dice Tizón a través de Seoane apenas comenzado el libro. Desde luego quién no volverá a ser el mismo después de haberla leído soy yo. He quedado marcado de por vida. De todas formas confío en los mecanismo de protección de mi cerebro reptiliano para que bloqueen este recuerdo en breve. Puro instinto de supervivencia.

En favor de lo segundo (de la estafa) está el hecho de que quedase finalista en el Premio Herralde de 1995. No sé si esto se debió al pésimo nivel de las novelas que aspiraron a dicho galardón ese año, o tal vez a la falta de criterio del jurado que así decidió. Claro que también prodría ser cosa mía, por supuesto. Lo que me recuerda al tan manido pretexto de uso habitual para romper con tu pareja: "No eres tú, cari. Soy yo". Algo que nadie en su sano juicio se cree ni entiende. En fin, lo mismo me da. De esta novela corta sólo me han gustado tres cosas: su brevedad y dos ocurrencias ingeniosas que sacan la cabeza de pronto en ese marasmo de prosa pedante. También es barato y es de Anagrama, con lo que queda bien en la estantería. Mira, ya son cinco. Tenéis más reseñas en Escomberoides, Cuchitril Literario y Sin ir mas lejos. En los dos primeros no convence; en el tercero yo diría que tampoco, aunque no se atreven a reconocerlo.

1 comentarios:

Palimp dijo...

Tizón tiene excelentes libros de cuentos, esta seda salvaje se salva un poco por la calidad de la prosa, pero poco más. Recomiendo 'Velocidad de los jardines'

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