30 ago 2017

Criptozoico - Brian W. Aldiss

A finales del siglo XXI los viajes en el tiempo son habituales, gracias al descubrimiento tan solo dos décadas antes del concepto de submente/sobremente a cargo del doctor Wenlock. Estos viajes no necesitan de ninguna tecnología, sino tan solo de la activación de ciertos estados alterados de conciencia con la ayuda de una droga psicoactiva, el CSD. Una de las particularidades de dichos desplazamientos es que solo se pueden realizar a épocas muy remotas, siendo imposible -al menos por el momento- desplazarse a periodos en los cuáles la humanidad ya estaba sobre la faz de la Tierra. Edward Bush es un artista especialmente hábil a la hora de desplazarse por el continuo de tiempo que trabaja para el Instituto Wenlock . Tras una última estancia de más de dos años explorando pretéritas eras geológicas, regresa a su presente en 2093 para encontrarse con que una dictadura militar ha tomado control de su país debido a graves conflictos económicos y sociales derivados, precisamente, del auge de los viajes en el tiempo. El nuevo gobierno quiere contar con sus singulares destrezas para hacer frente a una corriente disidente que amenaza con desmontar los conceptos más básicos de la realidad sobre la que se fundamenta la existencia humana tal y como la conocemos.

Unos días atrás falleció Brian W. Aldiss, el viernes 19/08/2017 para ser exactos. Elogiado como uno de los grandes autores de la New Wave británica, yo hasta el momento no había conseguido leer nada suyo que me hiciera alinearme con esa opinión. Así que cuando me enteré de su óbito me propuse intentarlo de nuevo. Hice un amago con A cabeza descalza, recomendada hace años por un conocido muy aficionado al género. Pero no era el momento para algo tan... er... digamos "experimental". Así que lo dejé a un lado rápidamente y me puse con otro de sus textos más conocidos, Criptozoico, que una vez terminado, puedo decir que tiene muchos elementos que lo hacen atractivo y que se pueden etiquetar como propios de la "nueva ola", pero que para mi desgracia, fracasa globalmente.

No voy a quitarle los méritos en ningún caso, pues hay que reconocer que todo el planteamiento de viajes temporales, con sus condicionamientos y características concretas es muy original. Tanto es así que por momentos he llegado a pensar que sirvió de inspiración a Ken Russell para  Altered states, (1980), conocida en España como Viaje alucinante al fondo de la mente. Los fundamentos científicos que los sustentan son muy endebles y dan un poco de lástima, pero bueno como se habla de física (entropía, efecto doppler, gases, etc.), de psicología (percepción, procesos cognitivos, etc.) o fisiología/psiquiatría (organización del cerebro, teoría freudianas, etc.), dan el pego. Si uno se deja llevar y no es demasiado exigente, encajan decentemente. Por otro lado los elementos distópicos consiguen dotar a la trama de una atmósfera opresiva y falta de esperanza muy bien lograda. También hay referencias puntuales al mundo del arte (no olvidemos que el protagonista realiza composiciones espaciocinéticas) bastante interesantes, que visualmente se adaptan muy bien con las sensaciones que se intentan transmitir mediante la espacialización del tiempo en que se fundamenta la novela. Entoces, ¿qué hace que la novela sea un fiasco? Pues nada más y nada menos que un error de manual que uno no espera de un supuesto maestro de la ciencia-ficción. Aldiss se mete en un berenjenal argumental de tres pares de narices del cual no va a conseguir salir con dignidad, así que pierde los papeles y recurre al deus ex machina para poner punto final a la narración. Y eso, en mi humilde opinión, es tomarle el pelo lector. Tenéis una reseña en el Sitio de Ciencia-Ficción, donde recomiendan la novela e interpretan positivamente el final como una "sorpresa" que espera al protagonista, y otra más en Kindlegarten, muy extensa y mucho más certera según mi experiencia personal con el libro.

26 ago 2017

El mar, el mar - Iris Murdoch

Charles Arrowby es un famoso dramaturgo, director y actor de teatro que se retira del mundo del espectáculo y se muda de Londres a un pueblín de la costa británica. Su intención es alejarse de todo y disfrutar sin más del mar y de la vida solitaria. Sin embargo bien pronto empezará a recibir visitas de amigos, ex-parejas y su primo -su único familiar vivo-, deseosos de mantener el contacto con él por mil motivos diferentes. Por si esto no fuera bastante, casualmente la que fuera su gran amor de juventud y su esposo también viven en esa misma aldea desde hace tan solo unos meses. Unos y otros harán que sus días junto al mar no se desarrollen con la tan deseada calma, sino más bien todo lo contrario.

Llego a Iris Murdoch, una completa desconocida para mí hasta hace un par de meses, a través de una referencia a su obra en algún blog de los que sigo habitualmente pero que no puedo recordar ahora mismo. Ni siquiera era una reseña de alguno de sus libros, pero no sé qué pude leer, qué defensa hicieron de ella o qué maravillas prometían sus textos, que de pronto se volvió imprescindible leer algo suyo. Y hete aquí que hoy comento El mar, el mar, que me lo va a poner muy fácil porque se puede resumir con un simple calificativo: impresionante. Básicamente estamos ante un tour de force sobre el amor como motor y guía de la vida humana. Plagado de profundas y certeras reflexiones sobre el impacto que las relaciones humanas y amorosas causan en el individuo, contiene elementos puntuales que abarcan géneros tan dispares como la comedia o el fantástico. En esta ocasión nadie me va a poder acusar de revelar detalles que arruínen la lectura porque se cuentan tantas cosas, son todas tan interesantes y están tan bien hiladas y relatadas que no tiene sentido desarrollar más el argumento.

Narrada en primera persona por el protagonista, quien adopta el hábito de escribir su diario/biografía para ocupar sus días tras la jubilación, página tras página iremos conociendo no solo su entorno personal sino su difícil carácter. Sin duda tanto Charles Arrowby como el numeroso elenco de secundarios que le acompaña están caracterizados a la perfección. La habilidad de la autora irlandesa para componer personajes demoledoramente humanos es asombrosa. Y digo "demoledoramente" porque tras asistir a este depliegue de talento, me da la impresión en restrospectiva de que la mayoría de los personajes de todas las novelas que he leído son pastiches ridículos y sin gracia. Sin embargo, Murdoch sabe captar a la perfección todo aquello que nos define como personas, tanto los aspectos positivos como especialmente los negativos, que son los que dan más juego a la hora de componer una trama. Bondad, simpatía, comprensión, altruísmo o entrega se alternan con egoismo, ira, furia, envidia u odio en un torbellino de sentimientos que comprende amor, deseo, celos, inseguridades o el simple afecto.

La verdad es que el ser humano no sale muy bien parado en la narración, pero sería necio negar que como especie social somos bastante deplorables. El relato coral compuesto por esta escritora es tremendamente agudo y ninguna relación humana consigue el aprobado. En especial, el matrimonio y la familia reciben mil varapalos; cierto es que las situaciones descritas a veces pecan de excesivas, pero al estar ambientado en el mundo del teatro, frívolo y amoral desde que el mundo es mundo, entran dentro de lo admisible. En fin, no sé qué mas decir excepto que lo recomiendo con todas mis fuerzas. El libro tiene 700 y pico páginas en la edición de bolsillo, pero no cuesta lo más mínimo devorarlo, con un ansia imparable e incontenible en mi caso por cierto. Tiene además una cierta fuerza visual que me hacía preguntarme cómo no ha sido adaptado a una miniserie de TV, de esas típicamente británicas de los 1970s-1980s. Super fan de Iris Murdoch desde ya, sólo esta novela compensa todo el tiempo que he perdido sin saber de su existencia. Tenéis más reseñas en Un libro al día y El boulevard literario. Los primeros han quedado encantados, igual que yo. Los segundos más bien no, cosa que me cuesta entender, pero así son las cosas.

22 ago 2017

Confusión de sentimientos - Stefan Zweig

Después de pasar un semestre loco en Berlín durante su primer año en la universidad, el joven Roland decide, a instancias de su padre, trasladarse a una universidad muy prestigiosa pero situada en una ciudad pequeña. El propósito de este cambio es, evidentemente, alejarse de la tentaciones nocturnas para poder centrarse en los estudios. En este otro centro de enseñanza se matricula en literatura extranjera, quedando totalmente arrobado por la personalidad y conocimientos de su profesor de literatura inglesa. Entre el catedrático maduro y el estudiante se establece una relación maestro/discípulo muy íntima, hasta tal punto que el entusiasmo y admiración del joven convencen al erudito para que aborde su eterno y nunca realizado proyecto de escribir un ambiciosa obra sobre Shakespeare y el teatro, titulada La historia del Teatro del Globo. Sin embargo a medida que el vínculo entre ambos se hace más estrecho, el profesor empieza a tener un comportamiento errático y tan pronto es amable y atento un día, como desagradable y distante al siguiente. Esta volubilidad de carácter desespera a Roland, quien idolatra a su mentor. Cuando lo consulta con la esposa de éste, mucho más joven que su preceptor y que apenas se comporta como tal, pues se conduce siempre con él de manera indiferente y formal, no obtiene más que evasivas, aun cuando es obvio que la mujer no se sorprende lo más mínimo por lo que está pasando. Una vez terminada la primera parte del libro, que Roland está transcribiendo a medida que su maestro dicta, la situación entre ambos se vuelve insoportablemente tensa, lo cual forzará al catedrático a revelar una vergonzosa verdad sobre sí mismo que en realidad es un secreto a voces para todos quienes le rodean.

Confusión de sentimientos es otra de esas historias intemporales sobre la relaciones humanas que tan bien se le daban a Stefan Zweig. En esta ocasión el novelista opta por un enfoque biográfico, haciendo que sea el protagonista quien a sus 60 años rememore y relate en primera persona una agridulce historia de devoción que nunca ha confesado a nadie, pero que le marcó de tal forma que le decidió a emprender él mismo la docencia. Una vez más el autor austriaco consigue transmitir a la perfección las sensaciones que nos embargan cuando nuestros sentimientos se ven vapuleados. El texto capta a la perfección la ingenuidad, la sorpresa y la estupefacción que la ambigua relación que se establece entre el pupilo y el mentor causa en el primero. De igual manera, lo que debido a su propia inocencia permanece oculto a Roland, se manifiesta evidente al resto de personajes, quienes por prudencia, discreción y decoro solo se atreven a mencionarlo mediante alusiones e insinuaciones. Porque queridos lectores, digámoslo a las claras: el profesor estaba locamente enamorado del estudiante. Sí, sí, enamorado hasta las trancas de un muchacho atractivo, atento e inteligente que le profesaba una admiración sin igual. Y claro, la homosexualidad en 1927, fecha de su publicación, no era plato de buen gusto. Más bien todo lo contrario: era fuente de oprobio, de vergüenza; sinónimo de depravación, de marginalidad, de criminalidad; objeto de burla, de humillación, de persecución policial. Bueno, poco más o menos como en 2017 en el 95% de países del mundo. Sin embargo resulta asombroso el tratamiento tan respetuoso y comprensivo que hace Zweig del pecado nefando en esta novela corta. Demuestra una habilidad pasmosa para por un lado, decir sin descubrir, y por otro, para captar todos los matices asociados a un hecho que todavía hoy, puede causar un profundo trastorno tanto en los individuos como en sus familias.

En fin, tampoco puedo añadir mucho más sin repetir lo que vengo diciendo de cada novela o relato que leo de este malogrado autor. Admito que su prosa y sus formas son tan correctas que pueden parecer un pelín cursis y demodé en ocasiones, pero los méritos superan con creces esa ligera rigidez que a veces destilan sus textos. Por lo menos desde mi punto de vista. Tenéis más reseñas en Lectura y locura, La tormenta en un vaso y El placer de la lectura. Por cierto,  visto el secretismo con que todos los blogs o incluso las notas de contraportada de la edición de Acantilado tratan la cuestión principal del libro, tengo la impresión de que igual he destripado la esencia de la trama. Me ha dado por curiosear otros libros de Zweig publicados por esta misma editorial y no se muestran tan discretos resumiendo el argumento (véase Ardiente secreto, Carta de una desconocida o El amor de Erika Ewald), así que no termino de entender esa repentina prudencia y recato en la información.

18 ago 2017

Los caminos a Roma - Fernando Vallejo

Le toca el turno hoy a la tercera entrega de la autobiografía semificcional de Fernando Vallejo. Los caminos a Roma se centra en los años que pasó en Europa (mediados de los 1960s diría yo) aprendiendo cine. Su objetivo inicial era estudiar en el Centro Experimental de Cinecittà en Roma, pero como conseguir una plaza era muy complicado, quiso probar suerte también en el Idhec (Institut des hautes Études Cinématographiques) de París y en la Escuela de Cine de Madrid. A la parisina no llegó a presentar su solicitud y en la madrileña hizo las pruebas de acceso pero no fue admitido. Una y otra fueron excusa eso sí para pasar una temporada en la capital de Francia por un lado, y recorriendo España como turista por otro. Finalmente tuvo la suerte de ser uno de los pocos seleccionados para cursar estudios en la escuela de cine de Cinecittà.

Este es el volumen menos interesante de los que llevo leídos hasta el momento. No es que sea aburrido, pero Vallejo está bastante contenido y comedido para lo que es habitual en él. No se recogen apenas exabruptos liberales procapitalistas, su correrías amorosas con jovencitos europeos apenas se mencionan, no se recrea en diatribas sobre la violencia en Colombia, la arrogancia de España o los males causados por la iglesia católica. Entonces, quieras que no, el ritmo pierde fuelle. Como puntos a destacar de todos los temas tratados, me quedo con dos. Por un lado, el autor juega de nuevo con la incertidumbre entre realidad y ficción incluyendo detalles procedentes de su imaginación en una obra que es supuestamente autobiográfica. O eso quiero pensar, porque de no ser así, resulta que el colombiano asesinó a dos personas durante su estancia en Europa. En primer lugar nos cuenta que envenenó a Madame Bernadette, la dueña de la pensión donde se hospedó en París; en segundo, empujó al abismo a un turista norteamericano con quien compartió camino por su ruta española tras un forcejeo cuando cruzaban un puente. ¿Será otra boutade de este escritor, quien ya sabemos es de gatillo fácil (verbal, por supuesto) y gusta de escandalizar? Seguramente, aunque yo desde luego no pondría la mano en el fuego por él.

El otro aspecto que me ha resultado especialmente emotivo es la muerte de su abuelo (materno, si mal no recuerdo). El relato de esta experiencia de fallecimiento de un familiar cercano resulta conmovedor, ya que de nuevo Vallejo demuestra el gran amor que le tenía. Eso sí, no importa que fuese su abuelo y que ya no esté para defenderse, el difunto es objeto de una de las escasas pero aún así más contundentes y vitriólicas reflexiones antinatalistas que caracterizan el pensamiento de este escritor:
Hombre abuelo, en mi modesta opinión viviste de cabo a rabo equivocado. Buen hijo, buen padre, buen esposo, buen hermano, buen abuelo, toda tu bondad ante tu error, el pecado esencial, queda valiendo un pepino: pasaste por la vida perpetuándola, prodigándola, decidiendo por otros sin consultar, sin la mínima consideración por mí ni los que vinieran, y cosa que en extremo me molesta, sin la mínima originalidad, como un pobre eslabón más en la cadena ciega. Por eso estás muy bien donde ahora estás, en el cielo de los tontos tras el limbo del olvido.
Cosas así me hacen volver a su obra, a pesar de sus pegas, que también las tiene. Apenas hay reseñas de este librito en la blogosfera, alguna he encontrado pero no me ha convencido. Por tanto, en esta ocasión, no puedo sugerir otras opiniones.

14 ago 2017

Niñatos - Rick Veitch

Los cuatro superhéroes que velan por la seguridad de Slumburg (Pensilvania) desde que True-Man desapareció misteriosamente buscan nuevos acompañantes, ya que a sus anteriores pupilos adolescentes los acaba de masacrar el supervillano Doctor Blasfemia. Con ayuda del ambiguo Padre Dunn de la parroquia de Saint Bingham, Visón Nocturno, Ama Lunar, King Rad y Juez Jurado reclutarán respectivamente a Cody, Shannon Brown, Karlo y Beau King como sus nuevos acólitos. Los jóvenes aprendices se enfrentarán a un duro entrenamiento para poder dar la talla en sus puestos, pero aún más duro será descubrir que la principal preocupación de los  superhéroes dista mucho de ser impartir justicia y que además, carecen de todos los ideales y principios éticos que les motivaron a formar parte de sus equipos.

Con Niñatos finaliza la trilogía en que Rick Veitch desmonta las historias de superhéroes, que incluye también El Uno y El Maximortal, ambas reseñadas recientemente en este humilde blog. Sin duda esta entrega me ha parecido la mejor por varios motivos. El primero es un guión despiadado que descubre y critica las vergüenzas del mundo del cómic. Para ello toma varios temas que estaban de rabiosa actualidad en el sector en el momento en que lanzó la serie (1990-1991) y los retuerce sin compasión para exponer sus miserias sin que quede lugar a la duda. Hablamos aquí del uso mercantilista de los personajes y la sobreexplotación comercial de los mismos, la búsquedad del morbo fácil dando a los superhéroes características polémicas (homosexualidad, drogadicción, feminismo misándrico, etc.), la naturalidad con que se admite la violencia y la tendencias fascistas, tan habituales en ellos, etc. En segundo lugar están las técnicas narrativas empleadas, especialmente cuando el autor divide cada página doble en cuatro y usa cada una de estas secciónes de 1/4 para desarrollar paralelamente las tramas de cada uno de los protagonistas. Y para finalizar, aunque los personajes sean arquetipos hiperbólicos cuya principal intención es denunciar lo anteriormente expuesto, tengo que admitir que me han encantado todos y cada uno de ellos. Visón Nocturno, abiertamente gay y depredador sexual de jovencitos; Ama Lunar, luchadora feminista y castradora de machitos; King Rad, adicto a todo tipo de sustancias; Juez Jurado, racista y supremacista blanco; y por supuesto el Doctor Blasfemia, un psicópata terrorífico sacado de una pesadilla BDSM. Por no hablar de las múltiples referencias/homenajes a clásicos del género, que he pillado hasta yo que apenas lo he tocado de refilón o bien a través de adaptaciones a la gran pantalla (Batman, Wonder Woman, etc).

En el apartado gráfico estamos ante una obra en tinta negra muy en la línea de las anteriores, aunque mucho más detallista y cuidada. El feísmo del comix-underground que ya venía usando en los anteriores volúmenes se reduce en esta ocasión a algunas expresiones faciales de espanto de los personajes. También abundan las viñetas con cuidadas escenas urbanas y arquitectónicas que imprimen un logrado ambiente distópico y desasosegante a la narración. En definitiva, un cómic totalmente recomendado. Tiene algunas alusiones a 'El Maximortal' pero se puede leer independientemente sin ningún problema. En Entre cómics tenéis un análisis estupendo que no os deberías perder, a pesar de que no hayan quedado muy convencidos del conjunto, y en Zona negativa otro más.

10 ago 2017

Desayuno de campeones - Kurt Vonnegut

El escritor Philboyd Studge, a punto de cumplir 50 años y con necesidad de experimentar una catarsis dado lo crítico de la edad que se aproxima, decide redactar una novela en la que uno de sus personajes más populares, Kilgore Trout, un oscuro autor de ciencia-ficción, se embarque en el primer acto de reconocimento de su ignorada carrera literaria. Trout es invitado por Eliot Rosewater, probablemente el único aficionado y conocedor de su abundantísima y super desconocida obra, a la inauguración del Centro para las Artes Mildred Barry en Midland City. En esta perdida ciudad de Indiana se topará por casualidad con Dwayne Hoover, director de un concesionario de Pontiac, quien en medio de lo que apunta a una grave crisis nerviosa, devora una novelucha de Trout cuyo protagonista es el único hombre con libre albedrío del Universo. Todos los demás son robots puestos ahi por dios como parte de un experimento de conducta en que el sujeto a estudiar es él, lectura que Dwayne en su delirio interpreta como dirigida a sí mismo, lo cual terminará de romper los pocos vínculos que mantenía con la realidad con resultados calamitosos.

¡Qué gozada volver a leer a Kurt Vonnegut! Desayuno de Campeones es una novela escrita en 1973 que mezcla sátira y comedia negra. Se trata de un texto divertidísimo, metaficcional y autorreferencial en donde yo destacaría los inteligentísimos juicios que emite nuestro hombre sobre la ridiculez y ruindad del ser humano. Las guerras, la manipulación de los gobiernos, el racismo, la distribución de la riqueza, la devastación del medio ambiente o el agotamiento de recursos provocado por la superpoblación son expuestos como un producto de la falta de consideración y previsión de los hombres para con sus congéneres y el planeta. Y de todo esto hace más de 40 años. Quiero decir, se trata de temas que actualmente están día sí, día también en las noticias, pero que en 1973 Vonnegut ya tuviera tan claro cuáles son los verdaderos problemas de la sociedad que hemos creado me resulta impactante. Y encima los describe con esa habilidad única que le permite señalar las mayores vergüenzas de nuestra especie mientras te hace reír, ya sea desde el absurdo, el disparate o con glosiosos momentos de humor soez. ¡Bravo! ¿Que digo bravo? ¡¡¡Bravísimo!!! Tenéis más reseñas en Destripando terrones, muy extensa, y en Los inRockuptibles, que es tan solo un poco menos breve que la mía.

7 ago 2017

El maestro y Margarita - Mijaíl Bulgákov

Un misterioso mago e hipnotista de extraordinarias habilidades, diríase que sobrenaturales, irrumpe en la vida cultural moscovita de los años 1930s. Los primeros en toparse con él son el director de la prestigiosa revista literaria Massolit y uno de los poetas que escribe en la misma. Sin apenas dilación, una serie de acontecimientos trágicos de resultados funestos empiezan a suceder: el director de la publicación fallece decapitado por un tranvía tras resbalar junto a las vías; el poeta, devastado por la escena que acaba de contemplar, es ingresado en un sanatorio psiquiátrico. A éstos se suma una interminable serie de inexplicables y graves accidentes que tiene lugar tras la única actuación de Voland, que así se llama el nigromante, en un teatro de la capital soviética. En el sanatorio donde es ingresado el poeta conoceremos a otro desgraciado residente: se trata del maestro, así sin más nombre ni apellidos. Es un escritor novel que entró en una terrible depresión tras ver como el establishment literario rechazaba una ambiciosa novela sobre Poncio Pilatos. El inédito relato, que nos cuenta cómo el quinto procurador de Judea se vio forzado a condenar a muerte a Joshuá Ga-Nozri, un filósofo pacifista, resultará estar relacionado con el turbio prestidigitador de una manera inaudita. Será Margarita, el gran amor del maestro, quien conseguirá la ayuda de ese poderoso hechicero para liberar al escritor de su infortunio, aunque ambos deban pagar un precio que nunca hubieran pensado.

Termino de leer El maestro y Margarita pensando que es una novela preciosa y extraña a partes iguales. Dividida en dos partes, en la primera asistimos a una interminable relación de macabros sucesos provocados por el taumaturgo y su oscuro séquito: Koróviet-Fagot, supuesto intérprete del artista; Popota, un enorme gato negro de habilidades humanas; Asaselo, un cruel asesino. Durante esta exposición de horrores entraremos en contacto con la realidad de la Unión Soviética, donde la envidia, la pobreza, las delaciones, las milicias populares y en definitiva, la indefensión de los ciudadanos ante el todopoderoso estado comunista, causarán más espanto que las calamidades provocadas por el mefistofélico Voland. En la segunda se desarrolla la trama de los personajes que dan título a la novela, quienes buscarán redención en el demoníaco artista.

No voy a negar que ha habido momentos durante la lectura del libro en que no sabía muy bien a qué me enfrentaba. Como ya he adelantado, toda la primera parte resulta un poco desconcertante, pues es poco más que una sarta inacabable de actos malignos descritos muy explícitamente y sin ahorrarnos ni un detalle sanguinario. Aunque el desarrollo está perfectamene hilado y saltamos de un personaje a otro con una coherencia incuestionable, son tantos los personajes secundarios que aparecen y además, globalmente tienen una relevancia tan baja, que te hace cuestionarte el porqué de su presencia. Sin embargo, a pesar de este caos, hay aspectos muy interesantes también: la vida en la sociedad soviética era terrible, eso ya lo he comentado, pero Mijaíl Bulgákov también retrata un pueblo comprometido con la igualdad y entusiasmado con todos los avances que ha logrado la revolución. El autor logra transmitir toda la ilusión y las ganas de vivir de los moscovitas (los rusos en general), a pesar de todas las dificultades a las que se enfrentan. Ahora bien, es en la segunda parte cuando la narración ha conseguido cautivarme irremediablemente. Entremezclados con unos soberbios capítulos extraídos de la novela de Poncio Pilatos, asistí atónito a una fábula de tintes fantásticos que trata del amor incondicional, del dolor y el sufrimiento, del perdón y la salvación. Todo ello escrito con un estilo pulcro, preciso, intachable, con unos diálogos ingeniosos y brillantes. En definitiva, a pesar de que por momentos la historia parece algo anárquica, es tremendamente original y deja un estupendo sabor de boca. Y os recuerdo que no soy precisamente fácil de contentar cuando se trata de celebrar las maravillas del amor, así que cuando un cenizo como yo vierte estos elogios, es porque la obra que los merece es convincente e inteligente. Si he de rendirme ante Cupido, la derrota no resulta tan humillante cuando viene provocada por un relato así de bien ejecutado. Más reseñas de esta maravilla en Confieso que he leído, Letras libres y Las lecturas de Guillermo, que os dejo tal cual en el orden en que me las ha devuelto Google.

2 ago 2017

La krakatita. Una fantasía nuclear - Karel Čapek

El ingeniero químico Prokop, especialista en explosivos, ha sintetizado una sustancia capaz de liberar con facilidad toda la energía presente en los fundamentos de la materia: la krakatita. Atribulado por las implicaciones éticas de su descomunal poder destructivo y muy enfermo por haber descuidado su salud durante largas jornadas de trabajo, Jiří Tomeš, un antiguo compañero de estudios se tropieza con él por las calles de Praga. Le encuentra semiinconsciente y delirando, así que lo lleva a su casa para que se recupere. Sin embargo Tomeš, que es un crápula y un estafador en toda regla, aprovecha la indefensión de su estado febril para sonsacarle parte de los secretos de tan prometedor material. A partir de ese momento, la vida de Prokop se convertirá en una aventura en la que distintos gobiernos y peligrosas organizaciones secretas harán todo lo posilble para que les ceda la fórmula de tan misterioso y poderoso compuesto.

Voy a ir directamente al grano, como suelo hacer cuando estoy indignado porque considero que me han tomado el pelo. La krakatita es una novela que sobre un escaso 10% de contenido de ciencia-ficción se vende como una de las más ingeniosas y anticipatorias novelas del género a cargo del pionero europeo Karel Čapek, quién desde un concienzudo punto de vista filosófico pone de manifiesto los riesgos de la tecnología cuando se enfrenta cara a cara con la ambición humana. No contentos con ese despliegue de originalidad, que hasta ahora nos había sido negada porque el texto no había sido traducido al español hasta hace bien poco (2010, por la ya desaparecida editorial El olivo azul), al (supuesto) argumento principal de ficción especulativa se añaden toneladas de atractivos enredos: ¡intriga, acción, misterio, romance! Pues bien, llamemos a las cosas por su nombre: estamos antes una narración bastante irregular que despliega más del 80% de su contenido sobre una trama romántica. Capítulo tras capítulo he tenido que asistir atónito a los devaneos amorosos del protagonista con hasta un total de tres mujeres: una misteriosa dama cuyo nombre nunca conoceremos y que está relacionada de menera turbia con Jirka Tomeš; Anči Tomeš, la hermana pequeña  de Jirka; y por último la princesa Wilhelmina Adelhaida Maud de Hagen-Balttin. Solo la relación con esta última tiene peso, porque la presencia de las otras dos lo único que hace es rellenar páginas.

No voy a negar que efectivamente el escritor checo acertó de pleno en sus planteamientos sobre la amenaza que supone la capacidad aniquiladora de la energía atómica cuando ideó la sustancia que da nombre a la novela. Y que hay también momentos muy intensos en la relación con la princesa, en los cuales se plantean conflictos muy bien traídos. Pero ni lo uno ni lo otro es suficiente para sostener una trama que va y viene sin ningún objetivo claro. Tanto es así, que en la recta final la historia da un giro de 180 grados para desbarrar sin control, saltando de organizaciones criminales de corte anarquista -tan de moda en la literatura de principios del S. XX- a lo sobrenatural en cuestión de minutos. Y todo ello sin que a Čapek le tiemble el pulso ni ningún lector ponga el grito en el cielo. Salvando las distancias de tiempo y espacio, mi desconcierto e indignación eran comparables a los que recuerdo haber sentido al terminar El hombre que fue jueves, tanto por la temática como por el despropósito del cierre. Tenéis más reseñas en Solo de libros, El quimérico lector y La décima víctima, donde todo son alabanzas y elogios y ¡qué maravilla de novela! ¡Qué arte mezclando géneros, qué ritmo, cuánto ingenio derrocha el autor, bla, bla! Me quedo algo más tranquilo al comprobar que en El sitio de Ciencia-Ficción han tenido la decencia de informar de que efectivamente, la novela flaquea por los cuatro costados.
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